martes, 3 de septiembre de 2013

Bandolera

Septiembre se presenta intenso. Los peques todavía no están en el cole, todavía no he preparado las cosas que necesitan (mochilas, baberos, batas...). Y es que todavía no tengo mi máquina. ¡La semana que viene va a ser de traca!

Mientras tanto, por fin he sacado un hueco para hacer algunas fotos y terminar esta entrada. Así ha quedado mi experimiento de bandolera, bastante arrugadita ya por el uso.




¿Por qué he hecho una? Es una larga historia. Si solo quieres ver cómo la hice, salta al párrafo que está encima de la próxima foto. :D

Cuando Unai nació, los compañeros de trabajo de mi pareja hicieron piña para regalarnos un complemento maravilloso: un mei tai. Eligieron uno de la marca Ebaluh, un pequeño negocio de Barcelona que, por lo que veo en su web ahora, ha ampliado su oferta con otros productos. Bien por ellos. Si no recuerdo mal, nuestros amigos fueron al taller y pudieron elegir las telas y demás. ¡Viva el comercio de cercanía!

El mei tai lo hemos usado muchísimo, al igual que un fular elástico que nos regaló mi hermano. Y lo seguiremos usando, porque es cómodo, rápido de poner y todo lo fresquito que se puede esperar de un método de porteo (el bebé va pegado a tu cuerpo sí o sí). Pero tiene un defecto: aunque es bastante pequeño y ligero para llevar, no cabe en el bolso «por si acaso».

Lo llevamos muchas veces en el carro por si las moscas, pero es un bulto aparte del que tenemos que acordarnos antes de salir. Y últimamente Unai se pone en huelga de andar con frecuencia, así que acabamos sentándolo a él en el carro y  acarreando a Elio a brazo pelao. Elio es pequeño, pero pesa 9 kilazos que se convierten en un quintal al cabo de pocos segundos, y en tonelada y media al cabo de 10 minutos.

Por eso decidí que necesitábamos algo más ligero y plegable. Sinceramente, creo que lo que buscábamos era un pouch (si alguien no sabe lo que es, puede mirar los portabebés de esta tienda), pero mi pareja y yo somos de tallas muy distintas, así que necesitaríamos dos (meeeeec, más bultos). Además, como ya tenía compradas unas anillas para bandolera, me decidí por esta opción. (¿Ves, cariño? Al final sieeeempre uso lo que compro.)

Con la ayuda de este tutorial de Mis Canguritos y tras comprar una tela de lino y algodón que se veía igual por los dos lados, me puse manos a la obra. Esta pinta tiene nuestra bandolera con dos de mis guapísimos modelos dentro:

Podría estar mejor puesta, sí...
Las anillas deberían quedar a la altura de la clavícula, dicen.
¿Qué tiene mi plancha que se lleva tan mal con según qué telas? No había forma humana de planchar el dobladillo para no tener que hilvanar. No buscaba la perfección, así que me dio un poco igual y seguí cosiendo.

¿Y cuánto tiempo llevaba atesorando este tutorial en Pinterest, pensando que sería la forma de asegurarme unas esquinas preciosas? Pues no, no es tan fácil. Ni la plancha marcaba bien las líneas ni mis dobladillos eran lo suficientemente regulares, de modo que no había forma de cuadrar las esquinas. Así quedaron:

Mi cámara no quiere enfocar bien el fiasco
(será para que se note menos, qué maja ella).
La próxima vez, tendré una charla seria con mi plancha antes de ponerme a trabajar e intentaré hacer los dobleces con una plantilla como esta. Esta página también lleva «pineada» en mi tablón de costura desde hace eones y al final no la he usado por pereza.

Mientras hacía la bandolera, antes de coser los aros, dudé mucho si hacer el doblez PMC normal o inverso. ¿Cuál sería más cómodo? Ahora ya no recuerdo cuál elegí, pero cuando terminé de plegarlo y me puse la bandolera, pensé que había escogido el incorrecto y me dio mucha rabia. Después me di cuenta de que lo único que hacía que mi bandolera no fuera reversible era el hecho de que se veía el hilo de la remalladora en el borde, porque la tela en sí era igual por los dos lados. Ummmm.

Dejé escapar esta maravillosa plantilla para hacer bies, de nuevo por pereza. Es que mi impresora es un poco temperamental, que conste. Se enciende o no según el día. Y bueno, de forma un poco rústica me hice una cinta de la misma tela del fular para darle la vuelta a la zona de la costura. Voilà, plegado reversible a gusto del consumidor.


Tras varias semanas de uso, puedo decir que cumple su función, pero también creo que el invento debe de ser más cómodo con una tela un poquito elástica. Por las descripciones que leí, entendí que era mejor que no cediera, pero yo creo que cierta elasticidad para que la tela se amolde un poco al hombro debe de venir bien. Eso sí, tendría que ser una tela elástica fuerte para que el niño no te acabe a la altura de la rodilla.

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